Pedro salinas from oscaragora
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jueves, 14 de marzo de 2013
texto presentación Salinas
La literatura española se dividió en
1939 en dos zonas geográficas: la de la España que conocemos y la
de la llamada “España peregrina”, o del exilio.
A algunos escritores, el salir de su
patria fue un duro golpe para ellos, y apagó su capacidad literaria.
Para otros, en cambio, el exilio le dio más amplitud a su voz. La
soledad del exilio fue una dolorosa prueba, pero también permitió
que algunos escritores fueran más constantes y más fieles a su
estilo. Desarrollando una voz más universal de lo que sin duda
hubiera podido serlo en España después de 1939.
Aunque, por otra parte, la soledad del
exilio acortó la distancia interior entre el hombre y su faz
literaria: y puede decirse que en muchos casos se transparentó más
la persona concreta del escritor exiliado en algunas obras
posteriores a 1939.
Esto se puede ver en los ensayos
recogidos en su volumen EL DEFENSOR, donde muestra como es realmente,
ya que él hacía poesía pura, libre de cualquier opinión personal.
Los tres años que salinas vivió en
Puerto Rico fueron los más fecundos literalmente después de su
salida de España. Además, esa isla hacía de frontera entre la
lengua inglesa y la lengua castellana.
en aquella isla sentía la agresión
lingüística por parte del inglés. Era, en suma, una frontera de
tensión entre el ser en español y el ser en inglés. No es de
extrañar que EL DEFENSOR sea inseparable de la estancia del poeta
español en esta frontera. Además, al residir en Estados unidos,
salinas se encontraba en una frontera de tensión: el conjunto de
ensayos de EL DEFENSOR es así un resultado de un doble vivir
fronterizo. Aun así, no podemos decir que el Salinas más universal
se encuentre en los ensayos de EL DEFENSOR ya que su voz más
universal se encuentra en su poesía, una poesía pura.
En septiembre de 1944 apareció en la
revista “Cuadernos Americanos”, dirigida por otro poeta español
exiliado llamado Juan Larrea- el poema “Cero”, el primer escrito
poético del poeta en su exilio.
CERO fue escrito en la escuela
española de Middlebury College y en San Juan de Puerto Rico en 1943
y ostenta el título de ser su composición más larga.
Hemos de tener en cuenta que al
principio del verano de 1943 empezó la segunda fase de la segunda
guerra mundial al desembarcar las tropas aliadas en el sur de Italia.
Salinas, viviendo en América, alejado de la devastadora guerra,
compartía las esperanzas de los aliados, aunque sufría al ver cada
mañana las referencias a los lugares bombardeados.
El punto de partida de CERO está en
esa angustia diaria de Pedro Salinas ante los nuevos desastres de la
guerra contemporánea. Para Salinas, la gran tragedia del hombre
contemporáneo era la ceguera moral producida por la técnica: la
bomba (el cero) cae a seis mil metros de altura, pero el piloto no
puede hacerse cargo de sus terribles efectos. Con el Cero del título
quería Salinas acentuar el género de destrucción bélica que hacía
del poder técnico del hombre un ciego nihilismo arrasador. Nihilismo
que al acabar con las obras del hombre mata a la historia misma. Cero
es una elegía de la muerte de la historia, pero además es un canto
a la vida, al prodigio que es la historia humana.
Hemos de señalar que Pedro Salinas,
como muchos profesores españoles exiliados, tuvo que ocuparse de
épocas y autores de la literatura española e hispanoamericana que
no se daban en España. En el exilio se intensificó crecientemente
el sentimiento de su pertenencia a una tradición lingüística y
literaria.
Para Pedro Salinas el correr del tiempo
enriquecía al hombre. Un tiempo que forma la historia humana, la
cual, como podemos ver en el poema CERO, está siendo destruida.
Entonces, ¿es el poema Cero un
desesperado adiós a la historia?, ¿un grito de angustia humana sin
posible eco? Es sin ninguna duda un grito contra la ceguera del mundo
moderno, la cual lleva a su sacrificio, triplemente criminal, ya que
no solo destruye el presente, sino también el pasado y el futuro del
hombre. Pero el Salinas del Exilio no fue una de esas voces
nihilistas tan propias de ese siglo lleno de destrucciones del hombre
por el hombre
Salinas afirma su esperanza en la
continuidad del hombre si éste no olvida su condición de criatura,
de legatario de un vasto mundo y de su historia.
Salinas decía a sus estudiantes de
Puerto Rico: “Deber de todo grupo histórico, de toda generación,
es la transmisión enriquecida de su herencia”. Esa misión fue
realizada por el poeta en sus obras del exilio: y así, el creciente
enraizamiento en la tradición literaria y espiritual de España
permitió a Pedro Salinas encontrar su voz más universal.
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